Desde escoger entre ventana y pasillo en el bus hasta la posición del rollo de papel higiénico, la vida nos enfrenta a decisiones aparentemente irrelevantes cada día. Acá recopilamos 10 de ellas.
1. El dilema del combinado I
Clásico dilema de carrete es la elección del combinado. Cuando hay que ir a comprar una única promo (y el hielo, jamás lo olviden), hacen la vaca y ante la pregunta “¿qué compramos?”, surge el conflicto. ¿Ron o pisco?
Podríamos recurrir a la vieja técnica de negarse a tomar del otro destilado porque nos pega como patada en la guata o lloriquear diciendo que nos cura más rápido o nos deja una caña de mierda. O bien, podemos recurrir a una solución como la UDI para definir sus candidaturas senatoriales y no le damos el gusto a ni uno de los dos y compramos vodka.
2. El dilema del combinado II
Si en el caso anterior no existiera discusión sobre el copete (“Nah con weás. ¡Compramos pisco!”), tarde o temprano surgirá otro dilema. Será saliendo del carrete en búsqueda del elixhir o camino a la botillería o, peor aún, cuando se acercan a la reja de la botillería (Advertencia: situación sujeta a barrio donde se arme el carrete) y el tío, viejo zorro, al bajar la botella del estante vocifera desde lo lejos, “¿negra o blanca?”
Ustedes se miran extrañados a los ojos y ante la duda, el que se avispe primero le responde “¡una negra, tío!”. El que no se aviva, pierde.
3. El dilema de la Coca Cola
Podría llamarse ‘el dilema del combinado III’, pero ocurre en todo momento y hasta en las mejores familias: ¿Coca Cola normal, Zero o Light?. Es decir, escoger la cantidad de cucharadas de azúcar (y de sustancia X) que querís zamparte por vaso.
Personalmente prefiero tomarme un concho de piscola de la noche anterior a tomarme una recién preparada con Coca Light. Deja ese gusto a bebida desvanecida que espanta a cualquiera, aunque sea la excusa de muchos para tomarla como garrafa.
4. El dilema del azúcar
También pretendía ser imparcial sobre el elección entre el azúcar y los endulzantes artificiales para preparar dulces o pedir postres compartidos, pero no pude. Lo siento por los fans de la caja de pastillas.
Situaciones como “¿podemos pedir un berlín con sacarina, mejor?” me generan comezón. Lo entiendo para quienes quieran evitar o sobrellevar la diabetes, pero a quienes de verdad lo encuentran sabroso no los defiendo. De hecho, prefiero comer un cuarto de berlín embetunado en crema pastelera de verdad a compartir uno entero, pero desalmado. Quizás porque los endulzantes remueven lo malo del azúcar (las calorías)… y se llevan también lo bueno.
5. El dilema del bus
Escoger ventana o pasillo es factor gravitante de la calidad del viaje, sobre todo si viajái más de unas 4 horas: si vai en pasillo, podís ir al baño sin tener que pedir permiso a nadie ni tener que despertar al vecino, pero uno de tus hombros será constantemente rozado por bolsos, paquetes masculinos y canastos de mimbre con pastelitos y charqui en sobre.
Si vai en ventana ningún paquete te rozará, pero si querís mear a las 4 de la mañana o a cada rato porque tu vegija es del porte de un maní, entonces tendrás de casero al vecino. Aunque sí podís apreciar lo bello del paisaje y correr la cortina cuando el sol se ponga desagradable, pero también te acarreará una pelea con la vieja de atrás por afanarte su parte de la cortina.
Si vai en pasillo, podís levantarte con tranquilidad a sacar tu bolso en el portaequipaje pero si vai acompañado, también tendrás que ayudar a sacar los sandwiches del bolso del vecino porque al perla el viajar le da hambre.
6. El dilema del papel higénico
Suele ocurrir en casa ajena o en la primera meada de las vacaciones o al mudarse a una casa nueva: ¿hacia qué lado dejar la cola del papel: por encima o por detrás? Obviamente hay férreos defensores de cada postura e incluso existen estudios que demuestran las bondades de cada opción, pero lo que sí es seguro es que produce cierta incomodidad (un qué-sé-yo) cuando estás sentado y al ocuparlo lo ves del lado contrario al que lo usas. Bueno, no tanta incomodidad como el hecho mismo de usar el baño ajeno.
7. El dilema del asado
Uno de los dilemas más jodidos de esta lista: si arman un asado con sus amigos y cobran cuota antes de la jornada para comprar las cosas, probablemente se encontrarán con mensajes agrios de los comensales como “Yo quiero tutos de pollo, porque no como carne (vacuno)” o el revientaúlceras “No voy a poner la cuota completa porque no voy a comer tanto” y cómo no olvidar a su hermano “Voy a poner la mitad de la cuota porque no tomaré cerveza y no me gusta el costillar”.
Entonces, ¿cómo cresta armar la parrilla? Enfrentado(a) a la sección de carnicería arme el menú según estos criterios: a) les doy el gusto a todos y nadie llora, b) compro lo que me importa y me excuso diciendo que no alcanzó para más y c) compro este costillar que se ve delicioso y digo que olvidé sus recados de mierda. O bien, advirtiendo a la gallada desde un comienzo lo que habrá en la parrilla.
“Ah, ¿y no compraste pollo?”, dirán.
8. El dilema del 25
Se jugó en las plazas, pasajes, patios, calles, potreros y en cualquier lugar donde una pelota pudiera rebotar dignamente. El juego del 25 es una verdadera institución para quienes lustramos nuestros zapatos pegando patadas en la raja a los amigos (y también recibiendo los chuletazos). Sin embargo, siempre hubo que aclarar las reglas cuando se jugaba con niños de otros barrios, pues las reglas cambiaban de lugar en lugar.
Si tuvieran que responder las siguientes preguntas, probablemente todos respondan distinto: ¿desde qué gol se puede quemar? (15), ¿cuánto vale un gol de cabeza? (10), ¿cuánto es el máximo de toques seguidos? (1 ó 2), ¿qué pasa si el arquero toma la pelota en el aire? (puede quemar o cambiar de arquero) y ¿cómo se cobran las patadas en la raja al llegar a 25? (definir cantidad de chuletazos o correr hasta algún lugar y recibir las patadas que alcance).
9. El dilema del juego etílico
Cuando están aburridos o quieren romper el hielo (o por tradición deportiva) se animan con algún juego etílico (léase Tomanji, la cultura chupística, Nunca nunca o al Cuarto Rey), puede que alguien se margine o ponga en condición su participación: “Yo juego pero con jugo” o “no voy a tomar, así que yo los miro no más”.
El dilema ahí es cómo forzarlo(a) a jugar, o bien, decidir marginarlo no más y que no grabe videos cuando estén todos curados.
En el país de los ciegos, el tuerto es el rey.
Sobre el autor, @aquiestaene.
Respecto a la 10, kryzpo no más
conchemimare… las reglas del 25
en mi barrio el gol de volea valia 5, cabeza 10, taco 15, y chilena 20, pero la pelota no podia tocar el suelo, y si fallabas (de la manera que sea) ibas al arco, no andabamos con niñerias de quemar ni weas raras, y tocabamos una palmera que estaba a la cresta del mundo llegabai mas cansao que caracol con asma, y tapao en chuletas
me acuerdo que cuando cataldo le hizo el gol de rabona a johnny herrera, el gol de rabona pasó a valer 50 y el wn que estuviese en el arco tenía que correr de ida y vuelta para esquivar las PLR
25… yo siempre conoci esa wea como 21…. tipico que la chilena valia 21 y jugando en cancha de baby se hacia un cuarto de chilena (porque era imposible a menos que jugases en la playa) para cagar al que estaba al arco…la espalda te la encargo pero la satisfaccion era pegarle la patada en la raja y mirar su cara de dolor ajajjaja
¿¿¿De verdad que hay gente que le gusta tomar combinados con Coca LIGHT?? deberian darles vergüenza…
Respecto al punto más importante (nº6), en realidad importa una raja de qué lado esté el papel mientras ESTÉ.
La wea es que el papel tiene que estar delante po… ponte en la situacion que teni caca en los dedos y tienes que buscar la punta del papel y está atras… teni que mover el rollo y lo dejai tapao en mierda… me cachay?
washon, wn, ni idea como te limpiai tu la raja, pero hay q ser muy mono pa dejarse los dedos con caca… en mi humilde opinión.
El dilema del bus y el “paquete masculino” me ha provocado grandes dolores de cabeza… prefiero ir en el lado de la ventana y molestar al cumpa del pasillo no más si quiero salir, pero tan degenerá no soy como pa’querer ir en el pasillo por decisión propia… y elijo y elejiré siempre mis chis pop.
Lo del asao es terrible, nunca falta el señorito que come sólo pollito, y tuto corto, no el largo, sino que el corto, y tiene que ser super pollo, y ojalá bien asado, y echale limon, pero el cuerito se deja hasta que queda crujiente y CALLATE MARACO, ACÁ SE COME CARNE
Amén
“Háganme un lugar pa poner mis hamburguesas de soya, porfa”
Esa wea simplemente está mal.
soy vegetariano, pero encuentro toda la razon, simplemente esta mal!!!
a ese wn le gusta una sola presa del pollo, el cogote
ramitas, siempre ramitas de queso que te dejen los deos grasosos
y comerte la capita de queso en los dedos al final
Por lo general no acepto invitaciones a asados, porque no como carne y porque esta lleno de weones prejuiciosos e intolerantes como algunos comentarios de acá.
mejor que no vayai, asi mas carne roja, sangrienta y sabrosa comemos nosotros…
comentario gratuito es gratuito.
amisamigos siempre me los cago.los hago comprar vodka porq no tomo ron ni pisco.
me encanto el del bus q chevere!!!!!!!!!
Para el dilema 5 la solución es irse en salón cama, pero en los asientos individuales.
ojaojaojajoaoja la wea csm!!!
Siempre Shis-poh
Tres Balticas o dos Escudos?
faltó la regla: “gol o penal?” que nunca escuché un gol por respuesta